viernes, 11 de julio de 2014

Vida y obra



Un 26 de Agosto de 1914 en la ciudad Belga de Iexells, nacía por accidente del destino Julio Cortázar, a quien está dedicado el siguiente trabajo integrador. Sin embargo, como su padre era embajador argentino y Bélgica estaba invadida por Alemania a causa de la primera guerra mundial, pasaron por Suiza y España, regresando a la Argentina en 1918, donde pasó el resto de su infancia en Banfield, en el sur del Gran Buenos Aires, junto a su madre, una tía y Ofelia, su única hermana.
Realizó estudios de Letras y de Magisterio y trabajó como docente en varias ciudades del interior de la Argentina. En 1951 fijó su residencia definitiva en París, desde donde desarrolló una obra literaria única dentro de la lengua castellana. Algunos de sus cuentos se encuentran entre los más perfectos del género. Su novela Rayuela conmocionó el panorama cultural de su tiempo y marcó un hito insoslayable dentro de la narrativa contemporánea.
En 1983, cuando retorna la democracia en Argentina, Cortázar hizo un último viaje a su patria, donde fue recibido cálidamente por sus admiradores, que lo paraban en la calle y le pedían autógrafos, en contraste con la indiferencia de las autoridades nacionales. Después de visitar a varios amigos, regresa a París, donde muere el 12 de febrero de 1984 a causa de una leucemia.
Actualmente, es considerado junto a Jorge Luis Borges como los mejores escritores nacidos en nuestro suelo.

Listado de sus obras:
Cuentos
  • Bestiario, 1951
  • Final del juego, 1956
  • Las armas secretas, 1959
  • Todos los fuegos el fuego, 1966
  • Octaedro, 1974
  • Alguien que anda por ahí, 1977
  • Queremos tanto a Glenda, 1980
  • Deshoras, 1982
  • La otra orilla, 1995 (obra póstuma, concluida en 1945).
Prosas
  • Historias de cronopios y de famas, 1962
  • Un tal Lucas, 1979
Novelas
  • Divertimento, 1949 (publicada póstumamente en 1986).
  • El examen, 1950 (publicada póstumamente en 1986).
  • Diario de Andrés Fava, 1950 (publicado póstumamente en 1986).
  • Los premios, 1960
  • Rayuela, 1963
  • 62 Modelo para armar, 1986
  • Libro de Manuel, 1973
Otros
  • La vuelta al día en ochenta mundos, 1967
  • Último round, 1969
  • Territorios, 1978
  • Los autonautas de la cosmopista, 1982
  • Papeles inesperados, 1940-1984 (publicados póstumamente en 2009).
  • Buenos Aires, Buenos Aires, 1967
  • Viaje alrededor de una mesa, 1970
  • Prosa del observatorio, 1972
  • La casilla de los Morelli, 1973
  • Fantomas contra los vampiros multinacionales, 1975
  • Estrictamente no profesional, 1976
  • Nicaragua tan violentamente dulce, 1983.
  • Silvalandia, 1984
  • Alto el Perú, 1984
  • Imagen de John Keats, 1951 (obra póstuma).
Epistolario
  • Correspondencia Cortázar-Dunlop-Monrós, 2009
  • Cartas a los Jonquières, 2010
  • Cartas 1. 1937 - 1954, 2012
  • Cartas 2. 1955 - 1964, 2012
  • Cartas 3. 1965 - 1968, 2012
  • Cartas 4. 1969 - 1976, 2012
  • Cartas 5. 1977 - 1984, 2012

Tapa de la novela "Rayuela" edición conmemorativa

Frases de Julio Cortázar






































Cartas de Julio Cortázar

Carta a Paul Blackburn, Viena, 27 de marzo de 1959 

¿De dónde salieron los cronopios? 

¿De dónde saqué la palabra cronopio? Vamos, Paul, no deberías preguntar este tipo de cosas. ¿Cómo puedo saberlo? Yo estaba en el Théâtre des Champs Elysées escuchando música y llegaron los cronopios. Simplemente llegaron, en cuerpo y alma. La única diferencia con la forma definitiva es que al principio eran para mí más bien algo parecido a globos verdes y húmedos. Por eso en “Costumbres de los famas” los califico de esos objetos verdes y húmedos. Sus características humanas fueron apareciendo después, a medida que escribía los relatos. Cronus y opus no significan nada para mí. Me gusta la manera inteligente en que utilizas la posible explicación. En realidad tu traducción es una nueva historia de cronopios y de famas, o sea, algo lleno de imaginación y de poesía. Me explico: Bailar tregua y bailar ala no se puede traducir por “to dance truce and dance catalán”... Por lo pronto, cartala no quiere decir catalán... “Buenas salenas cronopio cronopio” no quiere decir nada. “Salenas” es una palabra inventada, que me gusta porque rima con “buenas” y el resultado es rítmico y les va bien a los cronopios. Tendrías que encontrar alguna manera equivalente en inglés... Todo ese diálogo en “Alegría del cronopio” es un puro nonsense, que en español tiene valor mágico solamente. Me parece que ese relato es uno de los más difíciles de traducir, ¿verdad? 


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Carta a Alejandra Pizarnik, 8 de octubre de 1965

El alambre de Pizarnik

Me has dejado pensativo con tu arduo caminar por el alambre tendido; hay un enigma que creo comprender, pero que probablemente no comprendo. Como esa alta figura juglaresca y funambulesca se propone dentro de un laberinto en el que deambulan Nerval y Lichtenberg, mi confusión es total. Decís que te decidiste de una vez por todas a cruzar por el alambre. Aunque no entienda del todo, siento que una decisión total, cualquiera que sea el alambre en cuestión, está bien. Pero no te me pongas tan sibilina en tus cartas, o agarro la tenaza y te corto el alambre. 

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Carta a Angel Rama, París, 9 de mayo de 1973

La vuelta al Boom 

Ojo: a esta altura de las cosas, volver sobre el boom puede ser frívolo e inútil (aunque no lo sea nuestro intercambio o divergencia de opiniones en las cartas o charlas que podamos cruzar). De ninguna manera creo útil ni necesario el libro de Donoso, que deliberadamente con algo de suicidio al pedo, escamotea toda referencia al panorama político latinoamericano, al hecho esencial de que también el boom, mírese como se mire, es un hecho histórico y político...

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Carta a Jean Barnabé, París, 27 de junio de 1959



Rayuela y el arte de la novela 


La verdad, la triste o hermosa verdad, es que cada vez me gustan menos las novelas, el arte novelesco tal como se lo practica en estos tiempos. Lo que estoy escribiendo ahora (Rayuela) será (si lo termino alguna vez) algo así como una antinovela, la tentativa de romper los moldes en que se petrifica ese género... Lo que yo creo es que la realidad cotidiana en que creemos vivir es apenas el borde de una fabulosa realidad reconquistable, y que la novela, como la poesía, el amor y la acción deben proponerse penetrar en esa realidad. Ahora bien, y esto es lo importante: para quebrar esa cáscara de costumbres y vida cotidiana, los instrumentos literarios usuales ya no sirven. 

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Carta a Fredi Guthmann y Natacha Czernichowska, Buenos Aires 26 de julio de 1951 

El sueño del exilio 

El gobierno francés acaba de darme una beca para estudiar diez meses en París, de octubre a julio de 1952... Me he preguntado a mí mismo si en el fondo lo que estoy buscando es quedarme por siempre en París. Quizá sí, quizá mi deseo intelectual (yo vivo en realidad allá, usted lo sabe bien) es un deseo absoluto, que me abarca por completo. Si así fuera decidiré de mi destino una vez que sea el momento. Mi plan es ahora aprovechar esta beca, y acercarme un poco más a las fuentes: poesía, plástica, vida humana, esa entrega que los argentinos negamos y retaceamos y postergamos siempre. No quiero escribir, no quiero estudiar (aunque lo siga haciendo); quiero, simplemente, ser de verdad; aunque ello me lleve a descubrir que no soy nada. Cuánto mejor saberlo que seguir esta vida por mensualidades en Buenos Aires. 

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Carta a Julio Silva, Nueva Delhi, 20 de febrero de 1968

Con Paz en la India 

Sí señor, por mi boca habla la India. No te mandé noticias hasta ahora porque entre el trabajo por una parte, y el deslumbramiento mezclado con el horror por otra parte, me fueron llevando los días como cuando te sacan el plato de sopa antes de que hayas terminado de libarlo. Lo del horror es lo menos fácil de explicar... basta caminar una hora por la vieja Delhi, mezclado con una increíble muchedumbre miserable y maravillosamente bella al mismo tiempo, y sentirte asediado por nubes de niños tan parecidos a los tuyos, a todos los niños del mundo, sólo que enfermos y flacos y golpeándose el estómago con una mano mientras te tienden la otra con la frase que es como el leitmotiv de todo el Oriente: “Bakshish, ss’hb, bakshish!”, “¡Limosna, señor, limosna!..” En casa de Octavio Paz hay cinco criados, desde el valet hasta el barrendero; y es una de las casas de residentes extranjeros donde hay menos criados... Todo esto es parte del horror, y me mancha el viaje y la vida y el aire. Pero, por supuesto, no soy morboso al cuete y sé vivir y mirar, de modo que la maravilla también me llega a sus horas. El domingo fuimos a ver los templos del Kajuraho, con las fabulosas esculturas eróticas que habrás visto en los álbumes; lo que los álbumes no dan es el color de miel, el aire que las envuelve, el perfume de los árboles en torno de los templos y la presencia de la gente, los pájaros, el tiempo. Kajuraho, o del erotismo como una trascendencia; durante horas he hablado con Octavio de eso... Y veremos, claro, el Tah Majal, obedientemente, como los turistas bien educados. 

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A Aurora Bernárdez, 10/7/1983, desde Managua


Los cajones privados 

Querida: te escribo esto just in case 

No te preocupes, si de mí depende, pero es mejor prever lo imprevisible. 

“En el cuarto de trabajo de Carol hay un classeur con varios cajones. En los tres o cuatro primeros hay papeles que vos destruirás. Y sobre todo hay fotos, que sólo vos debes ver y destruir. Muchas fotos de Carol desnuda, fotos que quiero guardar para mí porque fueron momentos de amor y belleza. No las destruyas sin mirarlas, porque comprenderás lo que fueron para ella y para mí. Sólo vos debes verlas, será como si yo mismo las mirara una vez más. Sobre la chimenea y en los dos placards hay muchos papeles de Carol que deberían ser también destruidos como tantos míos en mi cuarto de trabajo. Con ellos vos harás lo que quieras pero Hortense Chabrier se comprometió a publicarlos en Acropole (Belfond) y pienso que Saúl [Yurkievich] y vos podrán llevar eso adelante. 

Los papeles de mis ficheros en mi cuarto quedan a juicio de ustedes. Lo que es entrevistas, críticas y bibliografía, Saúl los entregará a la Universidad de Poitiers que archiva mi bibliografía. 

En el placard de la izquierda de Carol, arriba a la derecha, están mis manuscritos, que poco a poco me va comprando la Univ. de Austin. Saúl se ocupará de ellos. 

No te angusties por estas líneas, puesto que pronto podrás olvidarlas cuando yo vuelva. Entonces seguiremos hablando como la otra noche, y mirar juntos hacia adelante. Gracias, y hasta muy pronto. 

Te beso mucho. 

Julio 

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Carta a Manuel Antín y Ponchi Morpurgo, Viena, 8 de octubre de 1965 

El tucán de Calvino 

Antonioni me escribió para decirme que quería filmar “Las babas del diablo” (Blow up), un cuentecito que, junto con todos los otros, acaba de salir en italiano. Todo hace suponer que la película se filmará dentro de dos meses, y que Ponti, el productor, se decidirá a pagarme suficientes liras como para que yo me digne a firmarle un contrato. Antonioni me telefoneó antes de que yo me fuera a Teherán a luchar contra el analfabetismo por cuenta de la Unesco, y me dijo que el cuento era la cristalización (sic) de un tema que andaba buscando desde hacía cinco años. Yo me quedé sumamente cristalizado al oír semejante afirmación, pero ya verás qué poco quedará del original en la película. Te lo digo porque Italo Calvino, que es amigo mío, le escribió una vez un libro a Antonioni, y cuando llegó el momento de filmarlo, Italo descubrió que lo único suyo que había quedado era el tucán. Después supo por Monica Vitti que le gustaba mucho la idea del tucán, y que por eso lo conservaron. Ya ves que no me hago ilusiones, pero tampoco me importa: el cine es siempre otra cosa, con sus derechos propios y sus limitaciones también propias; el que quiera leer mi cuento no tiene más que abrir el libro...


Hay que ser realmente idiota para

Cortázar relata en este breve texto la capacidad para fascinarse con cosas cotidianas o con cosas extraordinarias, sin ningún fundamento más que su propio entusiasmo. Y es lo que él denomina ser idiota, porque siempre hay alguien que te dice que te bajes de la nube, que eso no es para tanto o que no vale nada, porque ellos saben de lo que hablan, y que es una inmadurez emocionarse con algo que no es artísticamente reconocido, como bien dicen su amigo y su mujer (no se lo dicen a él, pero critican la obra de teatro).

“Ahora que lo pienso la idiotez debe ser eso: poder entusiasmarse todo el tiempo por cualquier cosa que a uno le guste, sin que un dibujito en una pared tenga que verse menoscabado por el recuerdo de los frescos de Giotto en Padua”.


Como dice Cortázar, la gente entendida en materia seguramente tendrá cuantiosas razones para criticar el entusiasmo de alguien ante una “nimiedad”, pero cuando la belleza aparece ante los ojos de alguien, cuando se remueve algo por dentro y sabemos explicar qué emociones nos produce lo que vemos, es porque tenemos un criterio idiota que nace de adentro


Ómnibus

En este cuento se destaca claramente la discriminación que sufren Clara y el otro pasajero cuando se toman el 168 y notan que todos los demás pasajeros lo miran de forma despectiva ya que no llevaban consigo un ramo de flores y no iban a Chacarita. No solo los pasajeros, sino también el chofer del colectivo y el guarda. Cuando Clara y su “acompañante” bajan en Retiro, al sentirse observados por el resto de los viajantes que se bajaron en Chacarita, deciden comprar un ramo de flores cada uno para sentirse iguales al resto.

El colectivo en el que transcurre lo narrado por Cortázar


(…)”Entonces vio que el guarda la seguía mirando. Y en la esquina del puente de Avenida San Martín, antes de virar, el conductor se dio vuelta y también la miró, con trabajo por la distancia pero buscando hasta distinguirla muy hundida en su asiento. Era un rubio huesudo con cara de hambre, que cambió unas palabras con el guarda, los dos miraron a Clara, se miraron entre ellos, el ómnibus dio un salto y se metió por Chorroarín a toda carrera. (…)Ocupada en guardar su boleto en el monedero, observó de reojo a la señora del gran ramo de claveles que viajaba en el asiento de adelante. Entonces la señora la miró a ella, por sobre el ramo se dio vuelta y la miró dulcemente como una vaca sobre un cerco, y Clara sacó un espejito y estuvo en seguida absorta en el estudio de sus labios y sus cejas. Sentía ya en la nuca una impresión desagradable; la sospecha de otra impertinencia la hizo darse vuelta con rapidez, enojada de veras. A dos centímetros de su cara estaban los ojos de un viejo de cuello duro, con un ramo de margaritas componiendo un olor casi nauseabundo. En el fondo del ómnibus, instalados en el largo asiento verde, todos los pasajeros miraron hacia Clara, parecían criticar alguna cosa en Clara que sostuvo sus miradas con un esfuerzo creciente, sintiendo que cada vez era más difícil, no por la coincidencia de los ojos en ella ni por los ramos que llevaban los pasajeros; más bien porque había esperado un desenlace amable, una razón de risa como tener un tizne en la nariz (pero no lo tenía); y sobre su comienzo de risa se posaban helándola esas miradas atentas y continuas, como si los ramos la estuvieran mirando.”

Axolotl

Al comenzar la historia de “axolotl”, nos encontramos con un individuo que vive en París y visita con cierta frecuencia los animales de Jardín des Plantes. Un día decide cambiar la rutina y visita el acuario donde se encuentra con los axoltol (axolotes, pequeños anfibios acuáticos), y queda completamente obsesionado cor ellos, al punto de volver a verlos casi todos los días.



 En cierto punto, después de tantas visitas al acuario de los "axolotl" el protagonista comienza a experimentar una transformación entre estos animales y él, iniciando una metamorfosis en el narrador, que termina viendo todo desde adentro de la pecera.
 En conclusión, Cortázar juega con el punto de vista del humano que contempla al anfibio. El narrador tiene dos estados, hombre y axolotl, en sus dos variantes piensa en el otro, como hombre en el anfibio y viceversa.



El narrador de este cuento es una persona que habla con dos identidades, el hombre y el axolotl. Percepciones de un individuo dentro de una cultura y una especie, el hombre de este cuento desea conectarse con el axolotl. Cortázar juega con las posibilidades de la contemplación del otro ser, al momento de fusionar el punto de vista del sujeto que contempla al sujeto estudiado.


Cita:

"Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrescencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos".


Esta sería la especia descripta por Cortázar